miércoles, 9 de abril de 2014

LA NOSTALGIA DEL PASADO EN EL CINEMA PARADISO




En aquellos días a finales de 1956 cuando aún el cine era considerado un espectáculo masivo y las salas de cines eran teatros enormes donde se proyectaba la ilusión de la vida y del movimiento, los espectadores de esas grandes salas añoraban y vivenciaban esa ilusión de una realidad representada y se podía hablar de ir más allá de un visionado general de una historia, se podía hablar de una comunión donde existía aquello llamado fascinación.

Es ahí donde la memoria se instaura como generadora de imágenes indelebles que con el paso del tiempo las sentimos tan apropiadas que pareciera como si nosotros mismos las hubiésemos vivido, es ahí donde la obra maestra de Guiseppe Tornatore se erige como un monumento vivencial de ese recuerdo y sobre todo sirve de obituario a ese recinto cinematográfico que ahora debido a los multiplexes y cadenas exhibidoras se ha alejado cada vez más de lo que era en su órigen.

Cinema Paradiso es el segundo trabajo de Tornatore como director y que pretende escudriñar en esa memoria colectiva y precisa de los sentimientos puros del ser humano. Aquí tenemos la idea de poder vivenciar a través de las imágenes proyectadas el recuerdo del primer amor, de la primera decepción, de la amistad incondicional, el engaño, el reto y la madurez, vista como si fuese una historia metida en una película en blanco y negro, atrapada por la ventana del alma y musicalizada por Ennio Monricone cuyos acordes nos llevan de la Italia Neorrealista de De Sica a la surrealista de Fellini, pasando por esas imágenes indelebles que nos hicieron suspirar, horrorizarnos y hasta llorar en ese pasado ilusorio que solamente pudo ocurrir en la gran pantalla. Con la estilización dela fotografía creada por Blasco Guirato, cada encuadre y movimiento de la película se coloca como un fragmento vivencial y nos posiciona en ese momento mágico donde vimos nuestra primer imagen representada en la pantalla y como después de ser fascinados por ella nos la llevamos a casa y la transformamos en parte de nuestra personalidad.


La cinta tuvo muchas modificaciones durante el trayecto a la gran pantalla y aunque su re estreno en salas obedece a su 25 aniversario y no han podido lograr proyectar la versión íntegra del director cuya duración supera los 177 min, el volver a vivir la historia de TOTO (Salvatore cascio/marco leonardi) y de Alfredo (Phillipe Noiret) es una experiencia que vale la pena vivir. Una recomendación para ver por tiempo limitado en las salas de los modernos multiplexes con sonido y proyección digital, aunque lejos de la nostalgia al menos nos devuelve un aire fresco después de tener las salas atiborradas de productos basura y producciones que nada proponen al espectador.  @castillomaldito

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