miércoles, 6 de diciembre de 2017

CARTAS A VAN GOGH


Como ya lo vaticinaba Arthur C Clarke en su novela Childhood End en 1953, en el futuro habría posibilidad de ver y disfrutar de pinturas que cobraran vida, animadas de manera que nos pudieran contar una historia. Es así como Cartas a Van Gogh (Loving Vincent) de los directores Dorota Kobiela y Hugh Welchman ha logrado conjuntar esta idea futurista de darle vida a lo animado internamente refieriendome a la pintura y lograr que más de 100 artistas involucren su talento en los 56,800 frames que contiene la película. 
Artista trabajando en el cuadro a cuadro

El argumento es muy simple y a veces cae en lo redundante, la idea de descubrir el misterio que subyace sobre la muerte y los últimos días de Van Gogh han sido tema de discusión a través del tiempo, su soledad, sus momentos de frustración, la mente del artista creador que siempre vio el mundo como una gran posibilidad de hacerse notar, de que sus sueños y sus pesadillas fueran importantes para un publico que no quería en ese momento escuchar ni ver y que lo tildaron de loco y vagabundo sin un rumbo fijo son los temas a tratar en esta singular apuesta visual.

La técnica animada impresionante

Sin embargo esta cinta esta sobre pasada más allá de ese argumento por su técnica, por la devoción de los realizadores, de los pintores, ilustradores, artistas que participaron en ella, de hacer que cada uno de esos pincelazos se convierta en un fotograma lleno de color, de vida y que emule en todo momento al mundo burdo y delineado de Van Gogh, es como si de pronto estuviésemos en un museo y que nuestra imaginación dejara descansar un poco al intelecto y en vez de imaginarnos esos rostros, esos lugares comunes y cotidianos presentados por el pintor, de tratar de entender, visualizar y penetrar los confines del infinito mundo del lienzo, nos brincáramos ese proceso y directamente entráramos a un canvas animado, en movimiento, con voz, con vida, donde los seres y personajes que deambularon en los ojos del autor de todas las obras, del movimiento de arte que emularon y siguieron los pasos expresionistas de este genio fueran reales y que con ello nos intentaran contar un momento del tiempo donde la ausencia del autor se refleja en una búsqueda de la verdad y de encontrar como se sentía el hombre, no el artista los últimos días de su vida.

La pintura cobra vida

La cinta de Kobiela y Welchman es sin duda un espectáculo digno de aplaudirse, aunque quizá se queda muy corto al momento de exponerse como obra cinematográfica completa, el espectador se acostumbra después de un rato de este mundo hecho con “copias de la naturaleza” como decía Vincent tratando de ajustar su supuesta locura con el mundo que lo rodeaba, animando esos lienzos que de por si ya tienen vida propia, la apuesta se regodea en su logro y deja de lado aspectos también importantes al contar la historia. Sin embargo inclusive en sus momentos flojos se asoma un intento de thriller de investigación, una locura detectivesca que pretende revelarnos datos y detalles importantes sobre la muerte de este hombre solitario y melancólico

Cada frame es una pintura individual

El guión es endeble, pero sustentado con la grandilocuencia de la técnica, del trabajo que han realizado al poder exponer un esfuerzo colectivo de años de trabajo y de dedicación, de amor por un proyecto y que en definitiva vale la pena ver en la gran pantalla logra sobreponerse y dotar de magia al producto final. Sus aciertos son enormes, las ganas de validar un trabajo de años esta por encima de cualquier juicio que pudiésemos hacerle.

Los directores recibiendo el premio al mejor film animado

EL VEREDICTO: Un espectáculo visual impresionante, un ejercicio de técnico formal bastante disfrutable. 

CALIFICACIÓN: 8 DE 10
DIRECCION: DOROTA KOBIELA Y HUGH WELCHMAN
ACTORES: SAORISE RONAN, AIDAN TURNER

GÉNERO: ANIMACIÓN

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