lunes, 24 de marzo de 2014

EL CRIMEN DEL CÁCARO GUMARO: el regreso al churro mexicano






En estas últimas fechas al cine mexicano se le quiere y se le reconoce no solamente en grandes entregas de premios sino también en las salas que es quizá donde se encuentra el terreno más complicado. Desde Nosotros los Nobles (2013) de Gary Alazraki  hasta No se aceptan Devoluciones(2013) del televisivo Eugenio Derbéz el cine nacional ha generado ingresos en taquilla superiores a cualquier cifra en años anteriores y esto se debe a que los creadores han decidido olvidarse de la autoría y el cine contemplativo, que por supuesto gana premios pero aleja por completo al público de las salas de cine, para dedicar más tiempo a divertir y entretener a una audiencia no exigente que lo único que busca es divertirse con algo más sencillo y apagar el cerebro durante una proyección en la gran pantalla

En este tenor se encuentra la nueva cinta de Emilio Portes cuya carrera en el cine nacional ha sido consolidada por comedias negras como Conozca la cabeza de Juan Pérez (2008) o bien la también muy vista Pastorela (2011) que le han permitido experimentar en el terreno de la sátira y el absurdo en dosis pequeñas. En el crimen del Cácaro Gumaro Portes nos cuenta la historia de dos hermanos separados por la ambición de una herencia y esto le sirve de pretexto para  llenar la historia de sketches cómicos, sátiras y un humor paródico que cae por supuesto en el exceso, un territorio conocido ya por este director y acompañado de un guion escrito por el mismísimo Andrés Bustamante y Armando Vega Gil parecía indicar que estábamos ante una propuesta arriesgada y bien fundamentada que daría como resultado no una gran película de gran factura sino algo divertido, inteligente y hasta podríamos decir fresco.

El resultado en pantalla es verdaderamente lamentable ya que la cinta cae en el chiste barato, en la auto parodia y casi casi en el vicio de entretener por la referencia inmediata, por el recordatorio popular de que vivimos en una sociedad tan vacía que nos recuerda a aquella época de nuestro cine en los años 80´s donde lo más importante era el sexo, la vulgaridad y el referente inmediato de la sociedad sin importar la calidad o la factura del producto. Los llamados “churros mexicanos” término acuñado a aquellas obras que eran realizadas en serie con un fin comercial inmediato, con factura barata y con la simple pretensión de lucir la pobreza de una narrativa inexistente para una audiencia que no tenía ganas de pensar y que gustaba de chistes albureros y una sexualidad latente.

El Crimen del Cácaro Gumaro es un desfile de rostros conocidos desde Chabelo, Carmen Salinas hasta Alfonso Zayas y El Caballo rojas, es también un escenario para parodiar las cintas mexicanas de autor, la piratería y por supuesto el mismo cine mexicano, con una narrativa pobre y carente de sentido. Seguramente esta cinta está destinada a ser un éxito tal y como sus predecesoras que han roto la barrera del público sin ningún riesgo, pero aquí es donde hay que pensar si queremos un cine de mala calidad con chistes o con historias light solamente o el extremo cintas pretenciosas y aburridas solo para públicos selectos o quizá debemos buscar la diversidad y variedad para poder ofrecer una mirada sólida de lo que realmente somos: sin duda una gran pregunta. 

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